Esta filtración de Apple con el iPhone 17 Pro Max me permite concluir muchas cosas
Durante años, hemos sido testigos de un baile predecible por parte de Apple: un procesador más rápido, una cámara marginalmente mejor y un diseño sutilmente refinado. Pero de vez en cuando, surge una filtración que no es solo un dato, sino una declaración de intenciones:
- iPhone 11 Pro Max: 3,969mAh
- iPhone 12 Pro Max: 3,687mAh
- iPhone 13 Pro Max: 4,352mAh
- iPhone 14 Pro Max: 4,323mAh
- iPhone 15 Pro Max: 4,422mAh
- iPhone 16 Pro Max: 4,676mAh
- iPhone 17 Pro Max: ~5,000mAh
Y esta reciente información sobre la capacidad de la batería del iPhone 17 Pro Max es, desde mi perspectiva, una de las más significativas en años. No se trata solo de una nueva capacidad, aunque según los rumores que circulan en foros y que otras fuentes han comenzado a esparcir, estaríamos hablando de una cifra que por primera vez en la historia del iPhone se acercara peligrosamente a la barrera de los 5.000 mAh.
Para ponerte en contexto y si observas las capacidades de modelos anteriores, sería un salto porcentual de dos dígitos sobre sus predecesores, un movimiento típicamente agresivo para una compañía que históricamente ha confiado más en la eficiencia de su software y hardware que en la fuerza bruta de los miliamperios-hora, razón por la cual es bastante común para que cualquier usuario de iPhone tener presente siempre no salir sin su cargador o dormirse sin recordar poner a cargar su celular por las noches.
Según las filtraciones, el resto de la familia de iPhone 17 tendría estas capacidades:
- iPhone 17: 3.600 mAh
- iPhone 17 Air: 2.800 mAh
-
iPhone 17 Pro: 3.600 mAh
La pregunta que debemos hacernos no es "¿cuántas horas más de video podremos ver?", sino "¿qué está preparando Apple que exija semejante salto energético?". Aquí es donde la simple noticia se convierte en un profundo análisis de estrategia.

El Hambre Energética de la Verdadera Inteligencia Artificial
Desde el lanzamiento del iPhone 16 en Septiembre del 2024, llevamos un año escuchando hablar de "Apple Intelligence". De momento, es una implementación cautelosa, incluso puede ser una primera incursión que depende en gran medida de la nube para tareas complejas. Sin embargo, si nos concentramos en la visión a largo plazo, la única que realmente importa en Cupertino, puede este salto priorizar una computación neuronal persistente y proactiva en el dispositivo que será lanzado a principios de septiembre del 2025. Un iPhone que no solo reacciona a nuestros comandos, sino que anticipa nuestras necesidades, que procesa en segundo plano modelos de lenguaje y de imagen complejos para ofrecernos una asistencia verdaderamente contextual.
Este futuro quizás no pueda ser posible con las baterías actuales. Un hipotético chip A19 Bionic, con un Neural Engine drásticamente más potente, necesitará un tanque de combustible a la altura para no convertir el dispositivo en un pisapapeles a media tarde. Con una batería cercana a los 5.000 mAh quizás no sea un lujo para tener dos días de autonomía con uso ligero; si no quizás es una necesidad fundamental para alimentar las ambiciones de Apple en la era de la nueva Inteligencia Artificial. Esta nueva batería que va a ser de momento la más alta en su historia, es la pieza que faltaba en el rompecabezas para que "Apple Intelligence" pase de ser un conjunto de funciones inteligentes a un sistema operativo verdaderamente consciente del contexto.
El Vínculo innegable con la Realidad Aumentada y el Gaming
Otro devorador de recursos en el horizonte es la sinergia con el ecosistema del Apple Vision Pro. A medida que Apple construya puentes más sólidos entre su visor de computación espacial y su dispositivo de bolsillo, el iPhone se convertirá en un centro de procesamiento y renderizado para experiencias de Realidad Aumentada más ricas y persistentes. Imaginen aplicaciones que anclan objetos virtuales en nuestro entorno y los mantienen ahí, procesados por el teléfono, durante horas. La demanda energética de esa funcionalidad sería colosal.
Y luego está el gaming, con la llegada de títulos AAA como "Resident Evil Village" o "Death Stranding" a la plataforma, Apple ha dejado claro que quiere que el iPhone sea considerado una consola de juegos portátil de pleno derecho o por lo menos incursione en el mundo de un teléfono potente con el que se puedan pasar horas jugando. Ya sabemos que el trazado de rayos por hardware es increíble y que el iPhone se encuentra en capacidad de poder procesar juegos de forma eficiente, pero drena la batería a una velocidad asombrosa. Para que una sesión de juego de una hora no suponga una crisis de autonomía, se necesita una reserva de energía mucho mayor. Lo que nos genera mucho más sentido que con una batería tan robusta en el 17 Pro Max sería el mensaje definitivo a los desarrolladores y jugadores: "Aquí pueden jugar en serio".
El Problema: El Sacrificio del Diseño y la Física Ineludible
Por supuesto, esta decisión no estaría exenta de sacrificios y costos de oportunidad. Apple ha construido su imperio sobre la base de un diseño industrial exquisito, donde la delgadez y la ligereza son dogmas. Una batería sustancialmente más grande choca frontalmente con este principio.
Esto me lleva a plantear un dilema que seguramente están debatiendo en las salas de diseño de Apple. ¿Están dispuestos a lanzar un iPhone 17 Pro Max que sea notablemente más grueso y pesado que sus antecesores? Sería una admisión tácita de que, en la gama más alta, la funcionalidad y la autonomía han superado finalmente a la estética como prioridad principal, cuestión que iría en contrario a sus valores más fuertes. Personalmente, creo que es un compromiso que el mercado "Pro" no solo aceptaría, sino que aplaudiría. El usuario que invierte en un Pro Max busca la máxima capacidad, no el perfil más esbelto. Ya que no es secreto para nadie lo grandes que pueden ser estos dispositivos.

Más que Miliamperios, quizás este sea un Cambio de Filosofía
Si esta filtración se materializa, el iPhone 17 Pro Max no será recordado por tener "una batería más grande". Será recordado como el punto de inflexión en el que Apple recalibrar sus prioridades. Marcará el momento en que la compañía reconoció que el futuro de la computación móvil —un futuro inteligente, inmersivo y potente— requiere una base energética sólida, incluso si eso significa sacrificar un milímetro de grosor.
No es solo una actualización de hardware. Es la construcción de los cimientos para la próxima década de innovación en el iPhone. Y es, quizás, la respuesta más contundente que Apple podría dar a la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿De qué sirve tener un superordenador en el bolsillo si tienes miedo de explotar de verdad su potencial por complacer las expectativas estéticas de su contexto?